Proyecto de la Harina de Coca: Ejemplo de irresponsabilidad Política

I. Planteamiento básico

Uno de los planteamientos más sorprendentes lo han esgrimido las parlamentarios del grupo nacionalista. Sostienen que se puede producir harina de coca para beneficio de los peruanos. Según ellos, los peruanos masivamente iremos a las tiendas en busca de la harina de coca y así el Narcotráfico se quedara sin su insumo principal. Problema resuelto.

Suena fantástico. Pero si examinamos el asunto en profundidad observaremos que es una falacia y una falacia que nos desacredita ante la comunidad internacional. Desgraciadamente la Comisión de Defensa del Congreso ha dado luz verde al proyecto. Cabe una saludable rectificación y confiamos en su presidente, un Congresista correcto.

II. Insumo necesario para el Narcotráfico

Sabemos que existe una demanda por la cocaína, producto derivado de la Coca. Y esta demanda es mundial. Y no duda en pagar altísimos precios por ella. Creer que se dejara de sembrar coca para la cocaína (que paga muy buenos precios) por sembrar coca para harina (un nuevo producto requiere de tiempo para ingresar al mercado si es que acaso lo logra) a un precio menor no es un argumento debatible. Es falso.

¿Cuál es el fin del proyecto que aprobó la Comisión de Defensa del Congreso? Considero que es propiciar la legalización de la hoja de coca bajo el pretexto de usarla para diversos productos y así incrementar sustancialmente la producción de coca para que el narcotráfico tenga mas materia prima y por ende bajen los precios. Ello redundaría en beneficio de grupos de SL que están integrados a la cadena económica del Narcotráfico y de determinados políticos cuyo mercado electoral esta constituido por cocaleros. Política sin moral. Así estamos.

III. Importante desmentidos

Afortunadamente han surgido voces que denuncian este hecho. Expertos como Rubén Vargas en el Comercio (16 de Marzo pagina A4) demuestra con sólidos argumentos lo impropio del proyecto de Ley. Y además demuestra en su impecable análisis las consecuencias nefastas en la imagen internacional del Perú y en convenios suscritos por el Estado Peruano. Viene a mi memoria una esplendida defensa de la obligación del Estado de erradicar la coca (salvo la pequeña cantidad para uso tradicional) que hizo hace algunos años el ex Ministro del Interior Fernando Rospigliosi. Y apeló el ex Mininter a un argumento incontrovertible: la Moral. Y lo hizo con éxito.

IV. El fondo de la cuestión

Es preocupante, por decir lo menos, el uso que los parlamentarios nacionalistas (antisistema democrático finalmente) hacen de su poder. El poder parlamentario debe ser ejercido plenamente pero en consonancia con la Ley y la Moral. Creer que haciendo un escándalo digno de callejón en el Congreso o promoviendo revueltas violentas en el campo son caminos o conductas “democráticas” no es solo un error. Es casi un delito y un pésimo ejemplo a la sociedad que asumirá que para lograr atención hay que tomar el Congreso con cartelones o promover violencia. Ese no es el rol de un representante del primer poder del Estado. Tampoco lo es presentar facturas falsas de restaurantes de Pollo a la Brasa, contratar a la amante de ascendencia china o irrogarse la voluntad popular negando la libertad del voto facultativo (sosteniendo que el pueblo peruano no esta preparado como si ese Congresista tuviese contacto con la sabiduría divina). Son actitudes que desmerecen la responsabilidad de un congresista y dan argumentos a los partidos antidemocráticos.

Como acertadamente señalo el ex Ministro del Interior Fernando Rospigliosi “la oposición es de pacotilla[1]”. Y en una DEMOCRACIA tanto el gobierno como la oposición tienen responsabilidades y deben ejercerlas con NIVEL. Y de eso hay poco y cada vez menos. Como se extraña a Congresistas como Haya (ejemplo de nobleza política), Priale, Polar, Ulloa, Oscar Trelles (padre) entre otros. Hagamos votos para que la elección del 2011 depare Congresistas jóvenes con esa proyección. El futuro de la Democracia peruana depende de ello.

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[1] Programa Prensa Libre de la periodista Rosa Maria Palacios.